miércoles, 4 de abril de 2012

¿Cómo sería posible amar si no estuviéramos hechos desde y por el amor?


"Tríptico del Desierto" de Javier Sicilia

Comenta Francisco Prieto.- Revista UNAM


Como el amor del hombre a la mujer, el
amor hecho carne, expresado desde las exigencias
de la carne remite al Amor del que
procedemos y es éste el que ha sacralizado a la
carne. Tríptico del Desierto es una experiencia
poética honda, entrañable en el Amor:
Amor místico y amor demasiado humano
que se resuelven, en el tercer poema, en el
hallazgo de que cada uno está montado en
el otro y viceversa, encuentro misterioso e
indisoluble de meister Eckhart y el Dante,
san Juan de la Cruz y Eliot. Encuentro que
es comunión y epifanía.
“Tríptico del Desierto” es el poema que
encarna, como ninguno otro que yo recuerde,
la comunión de los santos, las correspondencias
últimas que vinculan a los mayores
poetas, a los místicos de las distintas
culturas revelando la unidad subyacente y
definitiva que trasciende toda interpretación.
Este poema propone una rebelión
contra lo ya interpretado, es como un registro
de pueblo joven que sabe que mirar
hacia atrás, que detenerse en el pasado sería
como volverse estatua de sal petrificada. El
poema de Sicilia es, también, un canto a la
creación, al espíritu creador, ahí donde los
seres humanos encontramos que estamos
hechos como semejantes de Dios. En este
sentido es un poema radicalmente contemporáneo
que se resuelve en el encuentro
de los opuestos obrando el milagro de
una síntesis superior que hermana a Heráclito
y a Parménides. El poeta nos hace vivir
que lo que buscamos es porque ya lo habíamos
encontrado y necesitábamos, empero,
volverlo a nombrar. Nunca Dios ha estado
tan presente como cuando nos ha abandonado,
como la lejanía de la amada se ha
tornado esperanza porque nos sabemos tocados,
impregnados y se nos revela entonces
por ello mismo presencia imprescindible;
esencia ya de nuestro ser.
¿Cómo sería posible amar si no estuviéramos
hechos desde y por el amor?
La erótica se despliega en amores singulares
que van, ellos mismos, generando la expansión
del Amor hasta llegar a un fin que
remite a un principio que será nuestro final.
Entonces, nada es ilusión porque cada
ser humano, encarnado en el Amor, no
puede escapar a los Trascendentales del Ser:
el Bien, la Verdad, la Belleza, la Unidad.
Una marcha por el desierto desde la presencia
desierta para atracar en la presencia
plena de nuestra única identidad que es la
comunión en el ser originario sin principio
ni final.
En este poema de Javier Sicilia lo profano
se ha vuelto sagrado; la carne y el cuerpo
han recuperado la luz divina en la que
estaban y la Tierra y el Cielo se han reconciliado.