"Tríptico del Desierto" de Javier Sicilia
Comenta Francisco Prieto.- Revista UNAM
Como el amor del
hombre a la mujer, el
amor hecho carne,
expresado desde las exigencias
de la carne remite al
Amor del que
procedemos y es éste
el que ha sacralizado a la
carne. Tríptico
del Desierto es una experiencia
poética honda,
entrañable en el Amor:
Amor místico y amor
demasiado humano
que se resuelven, en
el tercer poema, en el
hallazgo de que cada
uno está montado en
el otro y viceversa,
encuentro misterioso e
indisoluble de
meister Eckhart y el Dante,
san Juan de la Cruz y
Eliot. Encuentro que
es comunión y epifanía.
“Tríptico del Desierto”
es el poema que
encarna, como ninguno
otro que yo recuerde,
la comunión de los
santos, las correspondencias
últimas que vinculan
a los mayores
poetas, a los
místicos de las distintas
culturas revelando la
unidad subyacente y
definitiva que
trasciende toda interpretación.
Este poema propone
una rebelión
contra lo ya
interpretado, es como un registro
de pueblo joven que
sabe que mirar
hacia atrás, que
detenerse en el pasado sería
como volverse estatua
de sal petrificada. El
poema de Sicilia es,
también, un canto a la
creación, al espíritu
creador, ahí donde los
seres humanos
encontramos que estamos
hechos como
semejantes de Dios. En este
sentido es un poema
radicalmente contemporáneo
que se resuelve en el
encuentro
de los opuestos
obrando el milagro de
una síntesis superior
que hermana a Heráclito
y a Parménides. El
poeta nos hace vivir
que lo que buscamos
es porque ya lo habíamos
encontrado y
necesitábamos, empero,
volverlo a nombrar. Nunca
Dios ha estado
tan presente como
cuando nos ha abandonado,
como la lejanía de la
amada se ha
tornado esperanza
porque nos sabemos tocados,
impregnados y se nos
revela entonces
por ello mismo
presencia imprescindible;
esencia ya de nuestro
ser.
¿Cómo sería posible
amar si no estuviéramos
hechos desde y por el
amor?
La erótica se
despliega en amores singulares
que van, ellos mismos,
generando la expansión
del Amor hasta llegar
a un fin que
remite a un principio
que será nuestro final.
Entonces, nada es
ilusión porque cada
ser humano, encarnado
en el Amor, no
puede escapar a los Trascendentales
del Ser:
el Bien, la Verdad,
la Belleza, la Unidad.
Una marcha por el
desierto desde la presencia
desierta para atracar
en la presencia
plena de nuestra
única identidad que es la
comunión en el ser originario
sin principio
ni final.
En este poema de
Javier Sicilia lo profano
se ha vuelto sagrado;
la carne y el cuerpo
han recuperado la luz
divina en la que
estaban y la Tierra y el Cielo se han reconciliado.