jueves, 27 de diciembre de 2012

Poesía escatológica 4




Gracias.

Mi cuerpo recorre el viento,
mis ojos se abrazan con el sol
y la luna acaricia mi alma.

El agua engendra la vida
la tierra me acompaña
mis oídos se llenan del canto
de algunas gentes y de los
pájaros, que olvido.

Engendraste como el agua
a tus hijos, y como luna
acaricias su alma y tus ojos
los abrazan a distancia
porque un cualquiera,
un sin nombre te los quitó.

Tu corazón se llena del consuelo
de algunas gentes y de Dios
que sólo por ser,
te dan su canto.

Y a quien diste vida
si no tiene eco tu amor de madre
ni una palabra ni un gracias
da gracias al cielo hoy
por recibir tanto.
                Elan Aguilar

martes, 25 de diciembre de 2012

Poesía escatológica 3


Cómeme en sueños.

Anoche velabas mi descanso
más no me acompañaba tu voz
ni el sabor a tierra húmeda
de tu fría entrepierna.

Tu hueca mirada se comía mi desnudez
como una boca llena de mí,
del silencio de mí
sin tus labios.

En mi rostro
dos lágrimas de luto rodaban,
llevaban marcada una palabra,
¡ama! ¡ama!
Era el eco de tu ausencia.

Anoche me observabas
te vi ahí, parada
en la ventana del sueño,
supe que la muerte usa vestido.

Elan Aguilar.

jueves, 20 de diciembre de 2012

¿Qué es pasión?


"Creias que la balanza siempre estaba a tu favor
y lo mejor de todo es que solo lo creias vos
solo si diste algo, algo podrás recibir
y el amor que esperas solo, solo depende de ti
Y ahora tendrás que seguir
cargando tu cruz"

Enanitos Verdes

"Préstame tu peine
Y péiname el alma
Purifícame
No me abandones
Préstame tu sueño
Y duérmeme
Embrújame
Volvámonos eternos.
"

Caifanes

"Yo no quiero saber por qué lo hiciste;
Yo no quiero contigo ni sin ti;
Lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
Es que mueras por mí."

Sabina 

domingo, 2 de diciembre de 2012

UNA VIDA TEMPESTUOSA


(Cuento: Texto completo)
*Elan Aguilar

Fue ayer cuando parece que respiré el aire del mundo. Aun sentía lo tibio de las entrepiernas de mi madre. Nací con una deficiencia: no conocía nada del lugar al que llegaba, nadie me alertó, nadie me dio un instructivo de lo que podía y no podía hacer. Claro que como todos, nací con mis instintos y mi conciencia. Bien o mal, la mía. Unos cuantos halagos y felicitaciones hacía mi progenitora, nada más. Era necesario de su apoyo, de lo contrario parece que lo dice la regla, sería difícil que sobreviviera: ser amamantado, ser abrigado, ser protegido, sobre todo protegido ¿para qué? Parece una broma cruel cuando se esmeran tanto en cuidarte cuando eres incapaz de casi todo, por lo menos puedes defecar y orinar por sí sólo, que ya es bastante, para que cuando ya puedes decidir si quieres o no ir a la escuela, si quieres o no comer tal cosa, si quieres o no callarte, te obliguen a hacer lo contrario a tu conciencia propia, bien o mal según usted juzgue.
Yo no quiero contradecir a nadie, porque hacerlo no es signo de buena educación y ¿eso a mí qué? No, eso me gustaría decir pero no se me permite, tengo que pensar en el “buen” nombre de la familia y de mis padres. Quizá sólo les faltó decir que era pecado, de esos que te llevan directito a los avernos. Como si alguno de ellos ya lo hubiera conocido. Yo sí conozco el agua, y no quema como ese lugar tan mencionado ni habitan los condenados, pero si te mata. El agua con todas sus bondades, con la maravilla de dar vida y hacer a la tierra fértil también se vuelve peligrosa. Y ojala la gente, que digo la gente, ojala mis padres pudieran ver a su alrededor y comprender esa dualidad perenne de la vida, que en todo hay un lado oscuro, que hay que aceptar antes de tratar de continuar por la vida negándolo, obstruyendo, reprimiendo.
Lo mejor que tengo son mis hermanos. Lo mío no se acerca ni por poco más bien se aleja. Y tengo que dar la razón, a alguien. Sencillamente porque ya lo digo alguien antes. El aire que parece tan divertido para practicar ciertos deportes, el aire también se vuelve imprescindible para la vida, es un elemento que no falta en mis sueños, ese sueño recurrente donde voy cayendo de algún lugar, de ninguno en especial, simplemente voy cayendo, siento el vértigo de la caída y de no ver la tierra, siento la angustia de lo desconocido ¿a dónde voy? Por experiencia, conozco las caídas al suelo, pero de la carriola, de la cuna, de la cama, y por supuesto duelen, después viene el consuelo. Y esta caída del sueño, mi gran temor era ¿aguantaré el golpe? Y ¿después quién me consuela?
La fiesta es un lugar común y motivo de reunión, de fraternidad, de gozo entre los Hombres. De hecho el nacimiento es motivo de grande alegría. Así lo fue con mi nacimiento. No he conocido alegría mayor hijo mío que cuando naciste, frecuentaba decir mi padre. Uno como hijo, no sé si todos los hijos, pero en  mi caso, me gusta ver contento a mi padre cuando me pide le acompañe. Ya sea al billar, al parque o a el estadio de futbol. Es “chemo” de corazón. Les dicen “chemos” por cementeros, un juego de palabras ya que igual se le dice a las personas que gustan consumir inhalantes.  
El infierno se cansaron de pregonar que era el lugar peor donde la gente puede llegar, el fuego eterno, hombres y mujeres promiscuas retorciéndose de dolor frenético ¿lo he visto? Si, tuve la oportunidad una ocasión: un dibujo a cuadro en una capilla cerca de la casa. Un lugar que no frecuentaban mis padres, ellos decían ser de esa religión del cristo sangrante de la costilla y de la frente, quizá los ojos, no lo recuerdo bien.
Y tan mala hora dejaron de negarme ciertos permisos. Como el hecho de permitirle a Juanita ir a nadar conmigo. Juanita es una jovencita ya mayor, muy noble y bien portada, a pesar de ser mayor que yo, le caí muy bien desde el primer día que me conoció. Ella viene de un pueblito llamado Vistahermosa. Dice que estudió hasta la secundaria, el bachillerato ya no lo continuo porque murieron sus padres bajo el garrote de la policía al tratar de defender un área acuífera donde el gobierno había otorgado permisos para realizar en zona irregular una gran obra de viviendas. Juanita ¿Qué viste en mí que te caí muy bien?
No espera ser una carga, en ningún modo, pero mis dos hermanos casi me igualan en edad, uno dos años mayor que yo y el otro cuatro, yo tengo tres años. Me apena que mis padres tengan que trabajar todo el tiempo, que tengan poco tiempo para pasar el rato juntos y por supuesto que tengan la necesidad de encargarme con  mis hermanos. Ellos se merecen una vida mejor.
Los últimos días mi padre estaba muy entusiasmado porque La Máquina, su equipo de toda la vida, se encontraba en la liguilla. Me decía que Guillermo Vázquez estaba haciendo jugar al equipo como en años no se le había visto “Hijo, hay que tener paciencia. Es su primer temporada y ha hecho jugar a estos muertos”, refiriéndose a los jugadores. Con la eliminación del equipo, aunque es un dilema para mí pues sé el amor que siente por los colores, me dedica toda su atención. Empezamos a planear lo que haremos los fines de semana juntos. Ir al parque, a nadar, a Xochimilco, a caminar por Zócalo y comprar una nieve, llevarme a comprar algún libro, y esta vez tocaba ver una película.
Y sin embargo, a veces todo el amor del mundo no cuenta si no es el de tus padres. Las enfermeras y los médicos no se cansaban en decirme lo mucho que todo el mundo me quería, que no dejaban de recibir cartas que ellos recogían y me hacían el favor de leerme. “Fernandito, estas en nuestras oraciones hijo. Mis hijos, mi esposa y yo rezamos por tu pronto bienestar” decía una. Fue inimaginable, inconcebible el dolor que me causó el hecho de no poder ver más la sonrisa de mi madre, la cara de mi padre cuando llegará a casa. Aún el miedo que me provoca el hecho de escuchar a la psicóloga que dice que es muy probable que ya no regrese más con ellos, pues dice es grave lo que han cometido a mi persona. Yo quiero regresar a casa.
Cómo podría decirles a mis padres que abandonen la culpa y que vivan. Juanita piensa lo mismo. Ella está en paz y yo también. Disfrute la vida, disfrute la alberca y disfruto la compañía de ella que tanto me quiere. La vida, me dice, es como una gota de agua. No somos los primeros ni los últimos. Todo el amor de mis padres y los de ella siguen presentes, como una gota de agua. Nos hemos abandonado a un abrazo eterno de agua, bella, hermosa y llena de vida. Estamos en casa.
Mis hermanos están acongojados. Mi hermano mayor ha hecho lo mejor que pudo. Ha sido un ser valiente y extraordinario al tratar de salvarme ante el fuego y el humo del edificio. Pero también se encuentra lastimado. Hermanito no te culpes. Desde el momento de separarme de tus manos, algo muy parecido a ti me ha abrazado. Cuida de mis padres cuando regresen a casa.
La película no se las podré contar. Pero mi vida fue una película a lado de mi padre. Y quisiera verlo sonreír cuando su equipo gane un campeonato de película. Desearía que todos los niños puedan tener un amigo en casa. Lo mejor que me pudo pasar.   
*Elan Aguilar (1/sep). Es un escritor, cuentista, poeta y guionista morelense. Estudió licenciatura en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Cursó el diplomado de Creación Literaria en la extinta escuela "Ricardo Garibay" afiliada a la SOGEM y que tuvo a bien dirigir el escritor Andrés González Pagés. Es promotor de la lectura como agente de cambio social; sin afiliación política ni religiosa.