martes, 1 de enero de 2013

País de Cojos



País de cojos (Cuento. Texto completo)
Elan aguilar*

Me gustaría empezar enumerando los beneficios de la reforma educativa, de La, no, de una, de alguna, pero que les puedo decir yo, un hombre sin atributos. Sólo me queda narrar lo que sucedió allá en el pueblo de, cuyo nombre prefiero reservarme porque en este país todos los pueblos se parecen y la educación también. Aclaro, llámese pública o privada, la diferencia es sólo la marmaja que se paga. La escuela llevaba el nombre de un personaje celebre, ponga uste´ el que guste, hoy ya no tienen tiento ni recato para poner el nombre de cualquier fulano. Un grupo de niños  de una escuelita un día tuvieron la osadía de aventarse del techo del salón. Todos, aquel día llevaron un paraguas como acordaron: pretendían volar. Niños de campo al fin, eran amantes y admiradores de los pájaros. Alfredo le gustaba el gorrión, a Juan el petirrojo, a Hilda las palomas, a Tito la urraca, a Elizabeth el cuervo y a Gerardo la golondrina, eran las aves su signo de alegría, de libertad, de alcanzar alturas donde nadie puede llegar, de escabullirse del peligro, de pasar a la intemperie sin ropa, casi como ellos, y nunca verlos pasar hambre. Quedaron todos por azar o por no, con una de sus piernas incapacitadas. Les decían Los cojos. “¡Ahí vienen los cojos!” les gritaban el resto de sus compañeritos y ellos reían, con una sonrisa triunfante y de gozo. Ya se habían acostumbrado al relajo de sus compañeros y sobre todo, su deseo de volar como aquellos pájaros seguía intacta. Maestra, le decían en clase, ¿puede decirnos de que familia es el gorrión? Maestra ¿cómo obtienen ese color en sus plumas? Maestra ¿Cuándo llueve, no se mojan? La maestra, muchas ocasiones perdió la cabeza, decía que le interrumpían su clase. Su actitud cambio hacia ellos después de aquel incidente, empezó a creer en ellos y en su interés por los pájaros. Los cojos eran los mejores clientes de doña Anita, la señora que vendía comida en la barda de la escuela. Siempre eran Los cojos los que acababan con su bolsa de semillas. La maestra les preguntó ¿Por qué comen tanta semilla? “Nos estamos preparando maestra, un día esto será nuestro único alimento”. La maestra preocupada por ellos, mando llamar a los padres para ponerlos al tanto y pedir su opinión. ¿Tienen algo que decir al respecto? Les dijo. Muchos de ellos sólo la escucharon hablar y no encontraban nada que no fuera natural, entendían a sus hijos, eran niños fue la respuesta de algunos, o quizá ellos en su interior anhelaban lo mismo. Una mañana, en el salón la maestra les observó ¿Qué se han hecho en su nariz? Les noto diferente. Si maestra, nuestra nariz es más larga y más fuerte, respondieron. A la mañana siguiente, en el recreo, Los cojos entraron corriendo al salón buscando a su maestra. ¡Maestra! ¡Maestra! La maestra los vio acercarse y no daba crédito. ¡Mire maestra, nos están saliendo alas! grito Tito, ¡Maestra, mis piernas son cada vez más delgadas! dijo Hilda, ¡Ya vio mi nariz maestra, ahora es larga y amarilla! comentó Juan y Elizabeth alcanzó a decir ¡Maestra somos… ¡Criik! ¡Craak! Los cojos empezaron a arremolinarse hacia la puerta, finalmente se convirtieron en pájaros y juntos emprendieron el vuelo. La maestra jamás volvió hablar de ello pero cada día en la escuela, se le veía hablar con ternura a los pájaros. 

*Elan Aguilar (1º Sep). Escritor.
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