viernes, 4 de mayo de 2012

Mujeres peligrosas


"¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas?"
               Sor Juana Inés de la Cruz

Leer culturiza, ayuda a reflexionar, a pensar por uno mismo, a ver las cosas que nos rodean de otra forma y a desarrollar esa visión crítica que nos empuja a buscar lo mejor y más satisfactorio para nuestras cortas vidas. Que una mujer pudiera llegar a semejante nivel intelectual no era bien visto, especialmente entre el género masculino.
Peligrosas sí, pero solo y exclusivamente por las razones arriba mencionadas, porque en realidad la lectura puede ser peligrosa para cualquiera, para hombres y mujeres de manera indistinta, por su capacidad de permitir a todo ser racional a pensar de forma autónoma y libre, a rebatir lo establecido y exigir una mejor calidad de vida.
Y es una lástima que de pronto muchas mujeres se pregunten por qué en general se les toma por objeto sexual, distracción, compañía o ama de casa. Si preguntas que tipo de mujer seduce, los hombres la mayoría de ellos te dirá, que las bonitas y con un buen físico, contadísimas ocasiones alguien dirá: la mujer preparada. ¿Y es cuestión del hombre? ¿De la iglesia? ¿De los ingresos de las marcas? ¿De la tradición familiar? ¿De los ciclos familiares? ¿De la ignorancia? Quizá muchos hayamos escuchado alguna vez “para que le voy a dar educación, si al rato se encuentra un hombre y hasta ahí” “que encuentre un buen prospecto ($) para que sea feliz” “no, si ya ves mi compadre tanto que gasto en la universidad y salió con su domingo siete” y así por el estilo.
Parece que la industria del dinero, del consumo, se empeña en destruir la raíz de todo, la base de la familia, el equilibrio social: la mujer. 
Barbies; pequeñas actrices o cantantes, simulando ser mujeres; artistas adolecentes destilando sexappeal; montones de revistas sobre tips de cómo seducir al hombre, cómo ser MÁS atractiva, agradable, simpática, coqueta, sexualidad ardiente, graciosa, divertida. Parece que se trata de entrenar un monito cilindrero.   
Pero hay extraordinarios ejemplos de mujeres que no han permito, por elección, encasillarse o que se les encasille, exigen su lugar que merecen, que les corresponde por derecho propio. Una de tantas se llamó Sor Juana Inés de la Cruz.
Juana Ramírez de Asbaje nació en México en el año de 1648. Nació de una madre analfabeta quien administraba su propia hacienda. Su padre estuvo siempre ausente de su vida. Fue su abuelo quien la inspiró a explorar su inteligencia. Juana aprendió con gran facilidad y triunfó en cualquier cosa que se propuso. Aprendió a leer antes de los 3 años de edad. Imploraba a su madre que la vistiera con ropas masculinas y la dejara ir a la Universidad de México, pero su madre se rehusaba por su edad. Deseaba desesperadamente realizar estudios avanzados pero su madre se rehusaba. Por esta razón, aprendió por sí misma latín
Sor Juana Inés de la Cruz es uno de ellos. Ella representó un gran impacto en el mundo, al ser una mujer intelectual en un universo donde muchas mujeres llevaron una vida de servitud y silencio. Juana rompió el silencio que se esperaba de ella y proclamó un grito que conmocionó a la nación. Cuando se le pidió que callara ella no retrocedió. Juana defendió sus derechos a la inteligencia humana. Vivía en un ámbito donde la inteligencia era solamente asociada al hombre. Sor Juana publicó La Respuesta en la cual defendía sus derechos como mujer y su derecho a la educación. Presentó sus pensamientos en torno a la igualdad del hombre y sus reflexiones acerca de la educación de la mujer. Fue esta respuesta la que concluyó con su carrera como religiosa intelectual. Bajo la amenaza de persecución severa, fue forzada a detener sus escritos y Sor Juana vendió sus libros e instrumentos musicales. Sor Juana Inés de la Cruz murió víctima de una epidemia mientras acudía a las hermanas en el convento el día 17 de abril de 1695. Fue inmortalizada con el nombre de la Décima Musa.

De su extensa obra destaca: la silva, al modo gongorino de las Soledades, el Primero Sueño, entramada red alegórica de su búsqueda interior, obra que ha merecido la asombrada y admirativa atención de Karl Vossler, Menéndez Pelayo, José Gaos y Octavio Paz. La virreina y mecenas de Sor Juana, su amiga Leonor Carreto, se encargó de la primera publicación de su obra, la colección poética Inundación Castálida. La edición completa de sus obras la llevó a cabo Méndez Plancarte, editada en 4 tomos por el Fondo de Cultura Económica en 1951.

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Somos Libros. Cuernavaca, Morelos.