Parte 1: Nosotros y ellos.
Estoy aquí, completamente solo, no escucho la voz, ni la de
132 que dicen debí haber oído. ¿Importa? Estoy aquí esperando ¿qué espero?
Espero mucho y no espero nada. ¿Y qué? Me dice una voz femenina, han pasado setenta
años más doce ¿y qué? ¿A ti en qué te afecta? ¿Has dejado de meditar? Sigo
aquí. Sé que es difícil estarlo, mirando, escuchando, pero no podría
explicarlo. Todos buscan, parece, lo mismo. En el fondo, ese algo que les llene
sus vacíos, o sus sinsentidos. Van de aquí comprando, comprando, comprando y
van para allá, mintiendo, mintiendo, mintiendo ¿Con qué finalidad? Sólo por
placer, que importa si es bueno o malsano, es placer, se saben limitados y efímeros,
se saben imperfectos y mortales, saben que la vida se vive para gozarla y no
importa si es en contra del placer de otro o los otros. Al final de cuentas
siempre, así lo aprendieron, se impone el más fuerte, en cualquier caso, fuerte
pero vacío. Me dice otra voz: no son tus hermanos, déjalos. Yo le pregunto ¿no
somos todos hermanos? No, sólo los de tu sangre me dice la voz. Ellos sí. Marcha por ellos, trabaja por ellos, llora por
ellos, ríe con ellos, que son tus hermanos, el resto no importa. Vuelve el
silencio, ahora más fuerte. No hay voz. Sólo mis palabras, sólo mi dolor, solo.
¿Para qué llegar a la cuarta dimensión? Y yo podía sentir que sería otro nivel,
otro pinche pedo, pero se parece tanto de donde vengo. Calma, calma para que no
pierdas el camino de regreso. ¿Qué quieres ser de regreso? Escucho al espíritu.
¿Se vale escoger? Si ¿Operador político? ¿asesor político? ¿Conductor de
televisión? ¿Intelectual con credencial? Ninguna forma que te obstruya el crecimiento,
que te acerque de regreso, que te haga mejor de lo que ya eres. Entonces hazme
estudiante, para tener la actitud de aprender.
Elan Aguilar