Todas cosas le suceden a uno precisamente ¿no? Precisamente
ahora.
Seguro ustedes deben ser de esas grandes personas que no les
pasa ni madres, que sólo es trabajar, viajar y comer. Coger no entra en esta
categoría, porque esa actividad siempre conlleva riesgos, ya no hablemos del
sida. Sí, una vida a toda madre, cómo los envidio. Pero qué chingados le vamos
a hacer, si como dice la Pacheco “aquí nos tocó parir” o algo así. Cuando la
familia empieza a hablar de la piedrita en el arroz, pues uno, me refiero a los
que siempre nos toca bailar solos, espera que la chingada piedrita sea tu
hermana, tu primo, tu abuelita o quien sea pero nunca uno. O luego empiezan a
comparar entre la grey, y que si uno tiene esto o estudió aquello y que fulano
o perengano son un pinche ejemplo a seguir y bueno, siempre esperas ( “nosotros
los pobres”) escuchar que mencionen tu nombre. Si, si lo mencionan pero a tus
espaldas “no vayas a ser como tu hermano que es esto o lo otro”. Y ya cuando
piensas: “ya paso lo peor” resulta que, nada, si no se te muere un ser que era
el único que te mostraba verdadero afecto y comprensión, te da una cabrona
enfermedad incurable y resulta que eres alcohólico, por decir lo menos, “por la
gracia de dios” (¿se escucha muy demagogo?). Ya ni tan siquiera te cuestiones
por la familia: tienes un pedo de esos gruesos, muy cabrones y sólo para darte
sus condolencias “cuánto lo sentimos.” Y llegan unas preguntas filosóficas muy
profundas ¿no? Nada de preguntillas de quién fue primero, si la gallina o el huevo,
o el “to be or not to be” existencial. Bueno, hasta llegado el punto de la
desesperación te llega la rebeldía y confrontas al creador pensando que te
puede escuchar “¡Qué pedo contigo Señor! ¿De qué se trata?” La mala suerte
también incluye los diálogos con dios; para darte al fin cuenta que te
encuentras solo. Yo pregunto ¿Siglos y siglos y sólo les guste yo para que me
ocurra esto?
En fin, que con fuerza sobrehumana, entendido que Dios ya te
abandono ¿no?, me despabile. Empecé a escuchar a los “amarillistas”, nunca he
entendido porque de la asociación de un color maravilloso como el amarillo con
las notas de chisme, de sangre, de ámpula, de simple y llana miseria de los
hombres en cualquier ámbito. Debería ser en lugar de “amarillistas” de
“americanistas” para variar su origen, que no los únicos. “Un niño de cinco
años es atacado por su madre en ritual; pierde la vista”, “Hombre es succionado
por alcantarilla; lo encuentran muerto”, “Niños menores de edad eran obligados
a prostituirse”, “En televisión abierta estrenan nueva telenovela”, “Se inunda
ciudad americana, miles de muertos”, “Acribillan a una etnia”, “juay de rito”,
esta última y sobre todo esta, fue la que me hizo despertar: eres un hombre
afortunado a pesar de los pesares. ¿De qué te serviría este o aquel título?
¿Esta o aquella propiedad? ¿Este o aquel puesto? Si no puedes sostener un
diálogo congruente con tus congéneres. Y cierto, hay peores cosas que la shit
happen , perder la dignidad y la lealtad, dos palabritas que diferencian a los
Hombres con H mayúscula de los Sinnombre. ¿Ajá?
Elan Aguilar.