Muchos perros se llaman Ulises. Pero el perro de Ulises ¿cómo
se llamaba?
Se llamaba Argo. Esperó a su amo en condiciones menos
confortables que Penélope. Siempre prudente, el rey de Ítaca, cuando llegó por
fin a su isla, con la complicidad de Atenea, era irreconocible. Y , sin
embargo, Argo lo reconoció.
“…, ausente su dueño, yacía despreciado sobre un cerro de
estiércol de mulas y bueyes que habían derramado ante el porche hasta tanto
viniesen los siervos y abonasen con ello el extenso jardín. En tal guisa de
miseria cuajado se hallaba el can Argo; con todo, bien a Ulises notó que hacia
él se acercaba y, al punto, coleando dejó las orejas caer, mas no tuvo fuerzas
ya para alzarse y llegar a su amo. Éste al verlo desvió su mirada, enjugóse una
lágrima…”
Poseidón, con el espíritu vindicativo que les conocemos a
los dioses, en vano se encarnizó con Ulises. Pero arrancarle una lágrima sólo
le fue concedido a su viejo perro.